La agilidad empresarial es un concepto multidimensional complejo y explicar cada dimensión a un jefe tradicional puede resultar frustrante. Según un artículo de Forbes, la clave la tenemos que buscar en la magia de la metáfora. Las metáforas pueden ayudar a iluminar los principios clave de Agile, y tenemos varias posibilidades para encontrarlas.
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El objetivo de la empresa: Una revolución copernicana
En términos de la meta o ideología de la empresa, la agilidad empresarial implica un cambio de enfoque, de estar centrados en que la empresas ganen cada vez más dinero a querer entregar más valor a los clientes. Similar a la revolución copernicana en astronomía, donde nos dimos cuenta, en contra de la evidencia de nuestros propios ojos, que la tierra está girando alrededor del sol y no viceversa, la revolución de la agilidad empresarial implica la comprensión de qué en un mundo complejo y rápidamente cambiante, la empresa tiene que girar en torno al cliente y no al revés.
“Deleitar al cliente” no puede ser únicamente un slogan, toda la organización necesita estar movilizada en esta causa. Si esto sucede, ganar dinero se convertirá en algo que sucede automáticamente, como muestra la experiencia de empresas ágiles como Amazon.
Arquitectura del trabajo: Fútbol Americano Vs. Baloncesto
La agilidad empresarial también supone un cambio de la burocracia. De organizaciones jerárquicas donde las personas desempeñan funciones y dependen de los jefes, a un modo de funcionamiento que aprovecha todo el talento del personal, a menudo mediante pequeños equipos auto organizados que trabajan en ciclos cortos. Volviendo a la metáfora de la que hablábamos al principio de este artículo, este cambio es similar en algunos aspectos a la diferencia entre el fútbol americano y el baloncesto.
Mientras que las corporaciones del siglo XX podemos compararlas con un equipo de fútbol americano, estrechamente controlado por un entrenador que toma las decisiones sobre la estrategia, una corporación ágil es más como un equipo de baloncesto en el que los jugadores juegan como un conjunto de sub equipos dentro de un equipo general.
El entrenador se mantiene fuera del campo de juego y las decisiones sobre cómo jugar son responsabilidad de los jugadores. Esto se traduce a que, mientras que en Baloncesto un juego de dos horas tiene al menos 60 minutos de tiempo de juego, un partido de 3 horas de fútbol americano tiene solo 11 minutos de tiempo de juego real. Llevándonos este ejemplo al mundo de la empresa, en una estructura burocrática, más del 50% del tiempo se dedica a informar sobre el trabajo que se ha hecho, en lugar de hacer un trabajo que añada valor al cliente.
Por el contrario, en las empresas ágiles, la mayoría de los equipos tienen un liderazgo de visión clara hacia el cliente, por lo que el verdadero desperdicio se elimina sistemáticamente.
La dinámica de la empresa: PC vs. iPhone Apps
En términos de la dinámica de la empresa, una empresa del siglo XX es como un PC del siglo XX: sus componentes funcionan por separado, pero no interactúan bien entre sí. En una organización ágil, las barreras artificiales entre las diferentes partes de la organización son eliminadas. La empresa funciona entonces como una red, dónde las ideas y la información pueden fluir hacia arriba o hacia abajo. La empresa ya no son equipos enfrentados entre sí, sino equipos que interactúan y colaboran con otros equipos.
Una metáfora poco útil: La organización como una máquina
El artículo de Forbes también habla de que hay que evitar aquellas metáforas poco útiles. En la jerga administrativa del siglo XX, los trabajadores se convirtieron en “recursos humanos”, es decir, en cosas y dejaron de ser personas. El ideal era que la empresa misma funcionara como una máquina.
En este nuevo siglo, parece que esta idea no tiene cabida. El artículo mencionado termina con una cita de Roger Martin, de su libro When more is not better, donde explica que en un mundo como el de hoy, que es cada vez más volátil, incierto, complejo y ambiguo, debemos adaptarnos constantemente y enfocar nuestro principio de diseño a equilibrar el deseo de perfección con el impulso de mejora.
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